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¿Mantenerse firme o abandonarse?

La palabra tierra proviene del latín Terra que a su vez proviene del griego Gea, la diosa de la feminidad y la fecundidad. La Tierra (en mayúsculas) es el planeta que nos sostiene. La tierra (en minúsculas) es uno de los 4 elementos de los que está hecho nuestro planeta junto con el agua, el aire y el fuego.El elemento tierra desde un punto de vista experiencial se corresponde con aquello que es sólido y firme. La Tierra soporta, acoge y sustenta.

Cuando meditamos empezamos poniendo la atención en este elemento.La fuerza que pone en relación mi estructura corporal con La Tierra es la fuerza de la gravedad. Experimentamos esta fuerza como peso. Esta es la primera sensación, la más básica, la más evidente: El peso, el elemento tierra.
Cuando somos bebés estamos en contacto constante con La Tierra, la fuerza de la gravedad es superior a nuestro impulso de levantarnos y pasamos todo el tiempo pegados a La Tierra. Durante las primeras semanas no podemos ni siquiera separar la cabeza del suelo. La sensación de peso es constante.
La Tierra nos sostiene con firmeza y esto se experimenta como confianza. Dejarse caer es confianza. Cuando llegamos a casa y nos tumbamos en el sofá, nos dejamos caer en confianza. La confianza es un aspecto fundamental en la meditación y se desarrolla sintiendo el suelo firme que nos sostiene. Algo sólido, que no cambia y que nos acoge. Cuando nos sentamos a meditar podemos sentir esta confianza básica en la vida. Le podemos llamar también abandono o entrega. No hay nada que resolver ni nada que controlar. Necesitamos la confianza básica en la vida para estar en paz. Cuando carecemos de esta confianza vivimos en el miedo. Y el antídoto del miedo no es la valentía sino la confianza. El miedo nos mantiene siempre inseguros, dubitativos.

Cada vez que tu mente se dispara hacia el mundo de las ideas, o hacia la soberbia, o hacia la duda neurótica, puedes utilizar la fuerza de la gravedad para bajar a la tierra. Es muy fácil. La fuerza de la gravedad nunca te abandona, siempre está disponible.Siempre puedes conectarte con esta realidad tan simple que es la sensación de peso y de contacto con el suelo, experimentar como la tierra te está acogiendo, rendirte a esta evidencia y descansar en ella, igual que un niño en los brazos de su mamá. O si la soberbia y el orgullo se te llevan, estírate cinco minutos en el suelo. Y verás el resultado.

Pero con esto no basta. Hay otro aspecto que equilibra la confianza. El equilibrio siempre es el punto medio entre dos extremos. Si el peso es un polo, ¿cuál es el otro polo?
Cuando éramos bebés poco a poco y con grandes esfuerzos fuimos levantándonos del suelo, separándonos de la tierra y estirándonos hacia el cielo.  Levantarse del suelo es como una reivindicación de uno mismo “estoy aquí, soy un individuo y me valgo por mí mismo”. Este es el componente de firmeza y voluntad que equilibra a la confianza. Hay un esfuerzo sostenido en este estirarnos hacia arriba, si soltamos este esfuerzo caemos al suelo como un bebé.
Necesitamos esta voluntad cuando meditamos y también en nuestra vida cotidiana. Estar presentes y mantenernos firmes en nuestros objetivos. Lo podemos experimentar en la espalda erguida, despierta y activa (aunque sin tensión) y estirando la cabeza hacia arriba, hacia el cielo.

Hay que decir también que esta actitud a menudo es excesiva. Esto conduce a la desconfianza, a creer que todo depende de un mismo y a intentar controlar todo. Es por este exceso de “yo” que las tradiciones espirituales enfatizan y subrayan la polaridad opuesta, la entrega y el abandono (la confianza). La verdad es que los dos aspectos son igual de importantes: la firmeza y el abandono. Lo saludable para nuestra salud psicológica es un equilibrio entre los dos.
Hacia abajo el soltarse, abandonarse, el dejarse llevar por la vida y saberse sostenido par la tierra.
 Hacia arriba el cielo, la firmeza, el “estoy aquí” y la dirección. Cuando medites conéctate al equilibrio básico entre estos dos polos.

Podemos dejarnos llevar por la vida…y al mismo tiempo mantenernos bien firmes con ella. Firmes y abandonados…al mismo tiempo.

Marc Ribé
Psicólogo humanista