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El bypass espiritual o la espiritualidad mal entendida

Juan siente que algo no va bien en su vida. Tiene problemas de ira sin resolver aunque no es plenamente consciente de ello. Juan se incorpora a un grupo espiritual cuyo mensaje es: “tu eres amor, todo es amor”. Es un grupo sincero y bien intencionado en el que Juan se siente seguro, envuelto de mensajes positivos y de un cálido compañerismo. El tiempo pasa y por más que se repite a sí mismo “todo es amor, yo soy amor”, su problema de ira no resuelto sigue latente saliendo de vez en cuando a la superficie en forma de explosiones de rabia. Cuando esto sucede, Juan se siente muy culpable y vive una contradicción interna desgarradora, una escisión entre su realidad (el problema de ira) y su ideal (todo es amor). El resultado es que vive en un estado de violencia interior continua. Este es un ejemplo común de bypass espiritual.

El problema de Juan no es la ira (una emoción común a todos los seres humanos), el problema es que no contacta con la ira para poder gestionarla de manera adecuada. Su error es intentar saltársela y negarla. Con la expresión bypass espiritual nos referimos a una confusión que afecta a muchas personas  (también a supuestos maestros espirituales)  y que consiste en utilizar la espiritualidad para intentar elevarse por encima de los problemas psicológicos, emocionales, relacionales o de personalidad. Y cabe resaltar la palabra intentar, ya que es una estrategia que no funciona. El bypass espiritual acarrea problemas a las personas que sin saberlo viven en este auto-engaño. Estas personas creen que pueden evitar los problemas psicológicos dolorosos utilizando de la espiritualidad como una vía de huída.

El término bypass espiritual fue acuñado por John Welwood hace más de treinta años. Welwood explica el origen del problema: una confusión entre el plano absoluto y el plano relativo de la realidad. En el plano absoluto, todos somos consciencia y amor puros, no hay división ni lucha, todo es perfecto tal y como es. Muchas personas a lo largo de la historia han coincidido al describir su experiencia en el plano absoluto. Personas de diferentes épocas, culturas y tradiciones espirituales que han tenido la experiencia de la no dualidad, la consciencia pura, la totalidad… Otras personas, sin haberse bañando en el océano de lo absoluto, han tenido destellos, chispas, intuiciones de esta experiencia de plenitud y unidad de todo con todo en la que se trasciende el ego y se llega al ser.
El problema aparece cuando personas que ni siquiera han tenido un destello de lo absoluto intentan comportarse y sentir como si estuvieran en él, o peor aún, creen que viven en él. Intentan vivir la realidad del plano relativo como si estuvieran en el plano absoluto. Esta es la confusión.
En el plano relativo funcionan la personalidad condicionada y el ego. Si no aceptamos esto, tendremos problemas. De hecho, incluso los que han tenido la experiencia de lo absoluto, en el plano relativo a menudo han continuado con problemas emocionales y de personalidad sin resolver.

Nos guste o no, nuestra vida transcurre en el plano relativo y condicionado. Sólo contactando sincera y plenamente con nuestra realidad podemos conocer quiénes somos, gestionarnos y encontrar nuestro equilibrio interior.

La práctica meditativa no consiste en evadirse de los problemas sino en gestionar nuestra realidad de manera efectiva.