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Gestionar la Ira y el Enfado

El monje budista y escritor Thich Nhat Hanh, en su libro “La ira,  el dominio del fuego interior” nos propone un método para gestionar la ira y el enfado que me parece práctico, sensato y adecuado. En este post os resumo los pasos a seguir.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que quién siente y manifiesta ira está sufriendo. A menudo nos olvidamos de esto. Habitualmente, cuando consideramos que alguien nos ha provocado enojo decimos o hacemos algo en respuesta para hacerle sufrir también con la esperanza de que así disminuya nuestro sufrimiento. Pero esto no acostumbra a funcionar.
¿Qué podemos hacer para salir de este círculo vicioso? Vamos a ver la propuesta de Thich Nhat Hanh.

Si eres el que está sintiendo ira:

1- Es necesario diferenciar entre sentir y reaccionar al sentir. Vamos a trabajar con el sentir en nuestro espacio interior sin reaccionar en el mundo exterior. Lo más saludable es permitirnos sentir la ira.  En ningún caso intentamos reprimirla o rechazarla.
En este primer momento nos permitimos sentir y reconocemos lo que está pasando, reconocemos la presencia de la ira en nuestro interior.

2- Si mi casa está ardiendo, lo más urgente es volver ella e intentar apagar el fuego en vez de echar a correr detrás del que creo que la ha incendiado. Si lo hago, mi casa se quemará mientras me dedico a intentar atrapar a quién creo que la ha provocado. Cuando estés enfadado y lleno de ira no digas ni hagas nada, porque cualquier cosa que digas o hagas empeorará más la situación. Lo más adecuado es volver a ti mismo y cuidar de tu enojo. Cuando alguien te haga sufrir, regresa a ti mismo y cuida de tu sufrimiento. No vayas hacia afuera, ve hacia adentro.

3-Muchas veces lo más útil es separarte físicamente de la persona sobre la que estás proyectando tu ataque de ira. Hay que tener en cuenta que la ira tiene una energía muy potente que permanece activa durante unas cuantas horas. No vuelvas a verte con esa persona hasta que tu enfado se haya ido por completo. Puede que necesites que pasen 48 horas. Así pues, date cuenta que cuando la ira ya te ha poseído, la única manera de no empeorar la situación es separarte de la persona perceptora de tu enfado.

4- La ira es una zona de energía y lo mejor que podemos  para gestionarla es generar otra zona de energía que la abrace y la cuide. Y lo hacemos con la energía de la consciencia. La energía de la consciencia cuida a la energía de la ira: “querida ira, se que estás ahí, me estoy ocupando de ti”. No es el bueno luchando contra el malo, es una energía cuidando de la otra. La ira es un bebé que berrea, sufre y llora. Tu eres la madre del bebé. Acunar y abrazar al bebé es lo que lo va a calmar. No reprimimos ni combatimos. Reconocemos, abrazamos y tranquilizamos. No luchamos dentro nuestro creando un bando bueno y un bando malo.
Entrar en contacto con nuestra respiración nos va a ayudar en este paso. Sentimos el aire entrando y saliendo y permanecemos con la atención en las sensaciones del cuerpo. Aunque sean desagradables, permanecemos en contacto con las sensaciones hasta que la respiración empiece a calmarse de manera natural.” Inspirando veo la ira actuando, espirando voy a cuidar de ella”.

5- Muy a menudo la consciencia nos permitirá ver que quizás la ira ha surgido debido a alguna percepción errónea en nuestra recepción de los mensajes de los demás. De hecho, el causante de nuestro sufrimiento es la ira que hay en nosotros. La otra persona es sólo una causa secundaria. La mayor parte de las veces la ira nace de una percepción errónea que alimenta la semilla de ira que hay en nosotros. Creíamos que la otra persona deseaba hacernos sufrir y herirnos pero no era así. Así pues, aunque creamos que estamos seguros que nos querían hacer sufrir, tenemos que comprobarlo de nuevo, tenemos que poner en duda nuestra recepción del mensaje. Cuando la comprensión está presente, la ira desaparece por sí sola. Cuando entendemos la situación de la otra persona, la cólera desaparece.

6- Aprendiendo a gestionar la ira aprendemos a cuidar al niño herido que hay en nuestro interior.Mi querido niño herido, estoy aquí por ti, listo para escucharte. Por favor, cuéntame tu sufrimiento, muéstrame todo tu dolor. Estoy aquí, escuchándote”.  Cada día podemos visitar un rato a nuestro niño. Todos tenemos este niño herido el interior reclamando nuestra atención. Un niño que cuando no tenía recursos fue agredido, o no fue amado como necesitaba, o se sintió terriblemente solo… Si no le prestamos atención puede manifestarse en forma de ataques de ira. Así pues, volvemos a él un rato cada día, nos hacemos conscientes de él y lo cuidamos.

7- Para gestionar la ira, también cambiamos  nuestra relación con las personas que habitualmente sufren nuestro enfado como nuestros hijos, padres o pareja. Cuando sufras, cuéntale a tu ser amado que estás sufriendo. “Cariño, estoy enojado. Estoy sufriendo y necesito que lo sepas”. La única condición es decírselo con serenidad y de una manera afectuosa. Hazlo lo antes posible, sin ocultar más de 24 horas la ira o el sufrimiento que sientes. Pero si el plazo de tiempo está a punto de terminar y aún no te has calmado, escribe lo que sientes. Redacta una «nota de paz», un mensaje de paz. Dale la carta y asegúrate de que la reciba antes de que hayan transcurrido 24 horas. Es algo muy importante. Si te comprometes a cambiar las cosas, puedes ir más lejos todavía, añadir otra frase cuando des a conocer a la otra persona que estás sufriendo y decir: “Estoy haciendo todo lo que puedo”, lo cual significa que te contienes para no actuar. La tercera frase sigue a las anteriores de forma natural: Por favor, ayúdame, necesito tu ayuda”.

8- Aunque estés lleno de ira el sol acabará por salir, sabes que tienes capacidad de amar aunque en este momento no esté presente.

Si estás recibiendo la ira de otra persona

La ira es una emoción cargada de energía que se dirige hacia afuera. La ira tiene forma de queja y culpa al otro del propio sufrimiento. No es agradable recibirla. Si eres capaz de escuchar compasivamente en silencio a una persona que está llena de ira durante una hora, aliviarás mucho su sufrimiento. Escucha con el único objetivo de que sufra menos. Aunque te esté atacando verbalmente no reaccionas a su ira con tu ira;  aunque esté equivocado no le corriges. Sólo puedes actuar así si te sientes suficientemente protegido con tu compasión. Este punto es muy importante. En ningún caso finjas que estás escuchando con compasión si no lo estás haciendo realmente. Si vas a perder la calma y la serenidad, sepárate. Para ser compasivo puedes tomar consciencia que la persona que siente la ira también está sufriendo, no sólo tu. No la interrumpas para corregirla aunque sepas que está equivocada. Si tienes algo que corregir porque tu interlocutor cargado de ira hizo apreciaciones sobre ti con son incorrectas, hazlo pasados unos días.
Si no puedes escuchar con compasión,  sepárate físicamente de esa persona durante un tiempo. Es preferible que quién está sintiendo la ira o tu mism@ se vaya a otro sitio. La ira «hierve» durante un tiempo y luego se va tal como ha venido. Hasta que la ira no se haya ido no volváis a encontraros.

Esta es la propuesta de Thich Nhat Hanh. Personalmente yo recomendaría a las personas que tienen la rabia como una emoción recurrente que hace sufrir a sus seres queridos y a ellas mismas que iniciasen un proceso de psicoterapia.

Marc Ribé
Psicólogo Humanista