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El poder de la atención

“La capacidad de traer de vuelta de forma voluntaria una atención errante, una y otra vez, es la base del discernimiento, del carácter y de la voluntad. Nadie es dueño de sí mismo si no sabe dirigir la atención. Una educación que permitiese mejorar esa capacidad sería la educación por excelencia.”
William James

¿Por qué un futbolista gana cientos de miles de euros al año por el simple hecho de conducir habilidosamente una pelota con los pies? La respuesta es sencilla, su habilidad capta la atención de muchos millones de personas.
¿Qué nos pasa cuando nos enamoramos? Prestamos atención durante mucho tiempo a una persona y entonces esa persona empieza a condicionar nuestra vida.
¿Por qué las grandes marcas comerciales gastan cantidades enormes de dinero en publicidad? Para captar (más bien capturar) nuestra atención.
Aquello a lo que prestamos atención tiene poder sobre nosotros. Si presto atención a los detalles tristes del mundo, me convierto en una persona triste. Si presto atención a los detalles alegres, me convierto en una persona alegre. La atención es una herramienta muy poderosa.

Ahora mismo probablemente en mi cuerpo hay zonas con tensión y otras zonas relajadas. Si atiendo a cualquier grupo muscular que esté relajado durante un tiempo, todo mi cuerpo se relaja. Es una técnica muy sencilla y efectiva. No hay que hacer nada, sólo prestar atención. Si hago al revés y atiendo a un grupo muscular que está tenso, todo mi cuerpo se tensa. Es maravilloso el poder de la atención.
Te propongo cerrar los ojos durante un minuto y atender a tu respiración. No dejes que ningún pensamiento aparezca en tu mente, permite que la respiración sea el único objeto de tu atención,  sólo durante un minuto  (… ) no te preocupes, nos pasa a todos. Nos cuesta focalizar nuestra atención voluntariamente. Es una habilidad que se aprende practicándola, como cualquier otra habilidad.
Algunos meditadores pretenden tener control total sobre la atención y llevarla siempre dónde quieren. Creen que el objetivo de la meditación es doblegar la atención a su voluntad.  Esto crea gran frustración ya que la atención total nunca llega y estas personas entran en una lucha constante contra sí mismos. No es saludable entrar en esta rigidez obsesiva. Si te propones conseguir un estado de trance meditativo no lo conseguirás y tu meditación será una frustración continuada porque has marcado un objetivo equivocado. Y dejarás la práctica.
La atención es un proceso a veces voluntario y a veces involuntario. Buscamos un equilibrio. Un equilibrio entre el enfoque espontáneo de la atención natural y el enfoque deliberado de la concentración. Si estás meditando y empieza a haber fuego en la sala será muy útil que la atención se dirija al fuego y te alerte del peligro, aunque el fuego no fuera el objeto en el que te estabas concentrando.

A menudo decimos, y es cierto, que meditar consiste en “dejar de hacer”, dejar de luchar, soltar y abandonarse. Sin embargo, la concentración requiere de un cierto esfuerzo guiado por la voluntad.  Esto sería lo contrario a abandonarse. Meditar es establecer un equilibrio entre esforzarnos y dejarnos ir. 
Cuando nos damos cuenta de que nos estamos esforzando demasiado y nos hemos puesto tensos y rígidos, bajamos esta intensidad. Si, pero el contrario, nos estamos dispersando y cayendo en el adormecimiento, aumentamos la intensidad. Buddha utilizaba la metáfora del arco. Si la cuerda del arco está demasiado tensa o si está demasiado floja no puede disparar la flecha.

¿Por qué se distrae la mente?, ¿Por qué no podemos mantener la concentración de forma indefinida?
La respuesta es que la mente analítica y su director general, el ego, se encargan de resolver problemas, planificar estrategias para satisfacer las necesidades, evitar peligros y regular el tráfico que llega a la consciencia. Y para hacerlo dirigen la atención hacia dónde creen necesario.  La mente siempre está ocupada, siempre hay algo que hacer.  ¿Habéis conocido estas personas que nunca paran?  no saben descansar, les da miedo descansar, sienten que si paran un momento el mundo se va a acabar, todo se desmoronará, lo sienten realmente así. Pues esto mismo le pasa a la mente analítica y a su director, el ego. Su función es absolutamente útil e imprescindible para manejarnos en el mundo. El problema surge cuando la mente empieza a ver problemas dónde no los hay, cuando ocupa todo sin dejar espacio para nada más, o exagera, o se preocupa en exceso, o analiza en exceso… sobre todo es un problema cuantitativo.
Cuando meditamos nos damos cuenta de que la mente no es del todo eficaz. Trabaja demasiado. Ella cree que si descansa un poco el mundo se desmoronará. Pero necesita descansar.

 La concentración meditativa es un descanso para la mente y para el ego. Para que puedan trabajar de forma más eficaz, libre, fresca y creativa. Para que la mente sea un instrumento y no una prisión.

Marc Ribé
Psicólogo humanista