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Gestionar el Dolor con la Meditación

¿El sólo hecho de leer la palabra “dolor” te genera una reacción automática de rechazo? Es normal, a nadie le gusta sentir dolor. Pero a veces tenemos que lidiar con él aunque no queramos. ¿Qué podemos hacer desde el enfoque de la meditación cuando el dolor es parte inevitable de la vida?

Antes que nada debemos distinguir entre dolor y sufrimiento. El dolor físico es una experiencia sensorial desagradable que nos alerta de un posible daño en los tejidos. El sufrimiento es la reacción psicológica de resistencia al dolor. El sufrimiento es posterior al dolor.  Si fuera una ecuación  sería algo así:   

sufrimiento = dolor x resistencia

El dolor físico puede disminuir con fármacos, fisioterapia, osteopatía, etc. El sufrimiento puede disminuir practicando meditación.

Cuando sentimos dolor físico reaccionamos casi automáticamente de la siguiente manera: tensamos algunos grupos musculares de nuestro cuerpo, alteramos la respiración y generamos pensamientos de queja o lamento. Es necesario subrayar que las sensaciones dolorosas no hablan, es la mente pensante la que lo hace. Estas reacciones físicas y mentales a la sensación dolorosa se disparan casi automáticamente. Culparse por ello empeora la situación. Responsabilizarse y para tomar cartas en el asunto para disminuir el sufrimiento está al alcance de todos. Aunque el dolor (la sensación física) persista, nuestra experiencia psicológica de sufrimiento puede disminuir mucho si nos entrenamos en algunas habilidades como son:

-La habilidad de observar con claridad las sensaciones del cuerpo.

-La habilidad de distinguir lo que sentimos de lo que pensamos. No estamos diciendo que debamos eliminar o rechazar ninguno de los dos aspectos, sino sólo distinguirlos, diferenciar lo que es sensación y lo que es reacción mental a la misma.

-La habilidad de permanecer con las sensaciones con ecuanimidad, sin intentar cambiarlas, sin tirar de ellas ni tampoco empujarlas.

-La habilidad de desidentificarnos de las palabras que se generan en la mente.

Cuando desarrollamos estas habilidades, el sufrimiento disminuye y aumenta nuestra calidad de vida. Para desarrollar estas habilidades no basta con entenderlas, es necesario practicarlas. La práctica es la única manera de desarrollar una habilidad.

El camino de la meditación desarrolla las habilidades mencionadas. Trabajar con el dolor es delicado y  a veces requiere de la ayuda de un experto. Los resultados a medio término son notables. Te animo a ponerte en marcha con esta práctica milenaria que para mejorar tu calidad de vida.